miércoles, 18 de junio de 2008

Recordando a Nelly

2003 - 18 de junio - 2008

"SU NOMBRE BRILLA ENTRE LOS GRANDES"
por el Lic. Angel Emilio Garay

Cuando visité el taller de Nelly a los pocos días de su desaparición, encontré el mismo orden que habían registrado mis ojos la última vez que la vi con vida. Los pinceles limpios posando en un tarro igualmente limpio, ordenados de pie para que matemáticamente tuvieran puntos de fuga diferentes; los papeles, los acrílicos, las telas y los óleos en armónica distribución entre los muebles, como cuadro equilibradamente estructurado, producto de la superación de un sinfín de bocetos previos. La pieza donde conversábamos largas horas sobre problemas estéticos, rodeados de obras de prestigiosos artistas y el rico tesoro de sus libros de arte, estaba como la última vez, igual que la prensa, en la soledad de la habitación contigua. Como habían pasado pocos días de su partida, todavía estaba latente en la casa su presencia. Creí verla, con los mismos movimientos lentos preparándome un café, hablándome con esa voz pausada que tranquilizaba a cualquier interlocutor, mientras su gato dibujaba ritmos lineales a través de toda la casa. Esa casa de cristal que Nelly construyó para preservar los sueños y habitarla con sus parecidos, estaba hoy sin su arquitecto, y yo no lo podía creer, porque me imaginaba una amiga-hermana-maestra para muchos años más. Todo lo que Nelly fue, quedaba ahora encerrado en esa casa y en la memoria de los que la conocimos. ¿Cómo explicar a los que no la conocieron y a las generaciones futuras, todo lo que encerraba el cuerpo pequeño de esa mujer humilde, introvertida y de bajo perfil, que apenas se abría como una flor descubría su enorme ternura, su inmensa bondad, su nobleza y dignidad? Recuerdo que conocí a Nelly Orieta cuando se acercó al Atelier Cultural, junto a la entrañable Adela Llugdar (¿alguien pensó alguna vez estos dos nombres en forma individual?) una mañana del tiempo más trágico que vivió la Argentina, e inmediatamente sentimos la necesidad de abrazar nuestros pinceles para sobrevivir en la tormenta. Luego me enteré por unos colegas, que Nelly había sido expulsada de la Academia de Bellas Artes, por las aves rapaces que quemaban libros y cuerpos humanos. A Nelly Orieta y a Alfredo Gogna, los más grandes artistas y maestros de ese centro impulsor de las artes plásticas, los mataron (quemaron) de otra forma. Puedo asegurar que Nelly (como su hermano Luis), jamás pudo superar esa depresión, a pesar de que nunca lo manifestó. Luego me tocó a mí visitarla y en esa primera visita descubrí a la artista. Sabía que había nacido en El Favorito, departamento Banda, y que había heredado de su padre la jovialidad y el humor (era una excelente cuentista) y de su madre la timidez y la sensibilidad. Sabía que había realizado a los seis años su primer dibujo y que durante toda su trayectoria había obtenido importantes premios y distinciones, pero no conocía sus obras. Cuando ese momento sublime e irreemplazable se produjo, el goce estético me sumergió en una ola fugaz que me rozó ligeramente y me transportó en la experiencia móvil de la afectividad. Las figuras de sus niños y ancianos enmarcados en una descarnada miseria, me golpearon el corazón en una rara mezcla de placer-inquietud-ternura-tristeza. Pero esta radiografía del olvido y el abandono, que nos muestra a una Nelly preocupada por lo social, seguramente debe penetrar el alma de cualquier espectador porque la obra de Nelly Orieta tiene el privilegio de tender un sólido puente con quien la observa, y su secreto radica en su impecable realización, su estudiada composición armónica y equilibrada. Maestra de la Xilografía (grabado sobre madera), Nelly no fue una artista de vanguardia, como tampoco una artista complaciente o “de moda”. Nunca fue esa su preocupación. Nelly estuvo siempre más allá de esa y más cerca de la eternidad de los clásicos. Por eso hoy su nombre brilla al lado de Juanita Briones y Ramón Gómez Cornet. Los que tuvimos la suerte de conocerla y admirarla, todavía nos preguntamos el porqué de esa pincelada violenta en su último cuadro. Quizá el secreto de este impulso final, solamente lo conozca el caballete de su solitario taller.
Palabras leídas en un homenaje, que además figura en el libro de Lidia Grana de Manfredi “La Banda y su gente” (Tomo II)
Nota publicada en el diario "El Liberal", el día 23 de diciembre de 2007
En estos días se realizara una jornada de pintura con estudiantes de I.S.B.A Instituto Superior de Bellas Artes "Juan Yapari" donde se dejara inaugurado el mural con la reproducción de una de sus obras. También se colocara un busto realizado por el escultor Alfredo Gogna(h) en el predio de nuestra institución.
El evento esta organizado por el Atelier Cultural en forma conjunta con el I.S.B.A y la Dirección de Cultura de la Ciudad de La Banda

nota diario "El Liberal" dia 16 de junio de 2008
http://www.elliberal.com.ar/secciones.php?nombre=home&file=ver&id_noticia=0806166MA&seccion=La%20Banda

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